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LOLA MOREIRA: "MI OBJETIVO ES SEGUIR REPRESENTANDO A URUGUAY EN LOS JJOO"

La velerista uruguaya Dolores Moreira, olímpica en tres oportunidades (2016, 2021 y 2024), anunció en el mes de abril que cambiará de clase para la presente campaña olímpica, en la que buscará sumarse a la lista de uruguayos con más participaciones en JJOO de la historia, en caso de alcanzar su cuarta.
Lola, que desde los 14 años compitió navegando en la clase ILCA 6 (ex Laser radial), tomó la decisión de pasar a navegar en tabla de windsurf con foil, en una clase denominada IQ Foil que hizo su primera aparición olímpica en parís 2024, suplantando a las tablas RS:X que se utilizaron en JJOO desde 2008 y hasta 2021.
Dolores Moreira explicó que hubo razones en su complexión física (peso y estatura) que la llevaron a tomar esta determinación: “A mí se me hacía difícil poder estar en el peso que tenía que estar para poder hacerles pelea”, explicó. El problema para la sanducera es que, en relación a las mejores competidoras del mundo, su talla es más baja y su peso no es suficiente para llevar el barco de la mejor manera. Esto la obligaba a intentar subir de peso permanentemente: “Hice todo lo que estaba a mi alcance para poder estar más pesada. La altura no la puedo cambiar”, remarcó.
En aquellas condiciones, sus posibilidades deportivas dependían de que los vientos en regata no fuesen intensos. “Si quiero competir y hacer bien las cosas, no puedo depender de que sople entre 5 y 12 nudos (9-22 km/h). No puedo depender siempre del viento”, comentó sobre este problema. “Fue un poquito duro darme cuenta, pero la realidad es que nunca iba a poder llegar al nivel que estaban ellas (las mejores), por temas genéticos”, agregó.
Un nuevo comienzo
“IQ Foil es una categoría nueva, que fue olímpica por primera vez en París. El peso de las competidoras me viene muy bien, porque es el peso en el que estoy y debería estar”, contó al respecto de su nueva clase. Además agregó otras razones: “Como es una categoría nueva, nadie tiene la receta de cómo hay que hacer las cosas. Están todas explorando esta nueva categoría, aunque claro que hay algunas que ya están despegadas”.
Otros beneficios del IQ Foil tienen que ver con los traslados y los viajes. “Es un barco caro, todo en la vela lo es, pero una vez que lo comprás lo podés llevar a cualquier lado”, resaltó Moreira, quien explicó que la tabla está diseñada para que pueda entrar en un escáner de un aeropuerto. Esto quiere decir que “una vez que comprás la tabla, la podés llevar a cualquier parte del mundo, mientras que con el láser sí o sí tenía que alquilar un barco en cualquier parte del mundo para entrenar y competir”. Eso implicaba gastos adicionales para sus campañas, y una inversión económica mucho más grande para poder sumar días de entrenamiento en las distintas sedes de competencia alrededor del globo, aspecto fundamental para poder rendir al mejor nivel a la hora de las competencias.
Por todo esto Lola fue categórica: “Sentí que era un cambio que había que hacer”.
Ser realista
“Siempre hay que tenerse fe”, comentó al ser consultada por cuánta confianza se tiene en esta nueva clase. “Yo me tengo fe, pero también tengo que ser realista y saber que en el Sudamericano de este año no voy a estar en punta ya ganando. Todo tiene su proceso y son resultados que no se van a ver inmediatamente. Por suerte sigo siendo joven y en esta categoría puedo estar unos buenos años y, si hago las cosas bien, creo que se puede lograr”, remarcó con optimismo en sus capacidades. “Me cambié con el objetivo de poder seguir representando a Uruguay en los Juegos Olímpicos. Si no tuviera fe no estaría intentándolo”, agregó.
Su aprendizaje en la tabla no comienza desde cero, y junto a la flota de tablas del club Nautilus, esta nueva etapa la comienza con Rodrigo Pereira como entrenador. “Me tira mucha información, que es justamente lo que necesito”, resaltó Lola.
“Es una tabla que con siete u ocho nudos de viento, podés ir al doble de velocidad”, explicó, y aseguró que en relación a ILCA 6, la diferencia está en el tema de la técnica y las fuerzas, no tanto en lo táctico y estratégico, ni en las reglas. “En ILCA hacés fuerza con la parte inferior del cuerpo y llevás el control del barco con los brazos. En el windsurf es lo contrario. Hacés fuerza con la espalda y brazos y tenés mucho control con los pies, dependiendo de dónde los ponés, controlan el vuelo de la tabla”, contó.
Tanto navegar en tabla, como foilear (planear sobre el agua gracias a las quillas hidrodinámicas) no son experiencias nuevas para Lola, quien ya probó foilear anteriormente, siendo remolcada por una lancha. Además, practica windsurf desde chica, disciplina que también practicaba su padre. “En los viajes, muchas veces alquilaba una tabla para pasar el rato, pero obviamente nunca a nivel competitivo o en regata”, aclaró.
Si bien sabe que el desafío de ser competitiva es grande, también asegura que se siente preparada para enfrentarlo. “No tengo la bola de cristal pero me imaginaba que iba a ser más difícil. Es como todo: cuantas más horas le metas, mejor te va a ir y más le vas a agarrar la mano”, explicó.
“Este año la idea es absorber lo más que pueda navegando en la tabla. El año que viene voy a intentar meterme en todas las competencias que pueda, y ya tendré el primer selectivo para los Juegos Olímpicos”, concluyó.